Hacemos teatro para juntarnos con gente que hace teatro, y cuando no hacemos teatro, nos marchitamos. Queremos suponer que cuando a otros se les priva de hacer teatro, de esa oportunidad de
levantar un proyecto común, se les priva a la vez de los impactos con otros seres con las mismas necesidades, pasiones y vocaciones que nosotros.
Nosotros creemos en la necesidad de una habitación compartida. Y con este espíritu de experimentación, de crecimiento artístico, y dejando de lado cualquier consideración de índole administrativa
o de producción para centrarnos exclusivamente en lo creativo, pusimos en marcha un Laboratorio con la obra de Chejov El jardín de los cerezos, como uno más de muchos otros materiales
potencialmente escénicos.
La idea era hacer un Chejov andaluz, un Chejov más cercano a nuestra historia reciente, situándolo a mediados de la década de los 80, y a partir de esa realidad compartida con los actores,
desarrollar lo que nos servía, abandonar lo que nos era ajeno, e inventar lo que nos faltaba.
Ahora, justo tres años después de los inicios de este Laboratorio, nos llega el momento y la oportunidad de mostrar nuestro trabajo y poner nombre a este equipo humano al que hemos decidido
llamar Teatro Resistente.
Nadie en su sano juicio montaría una obra de teatro con un elenco de once personas sobre el escenario. En nuestra comunidad es inviable y cualquiera que lo intente está abocado a la ruina, pero
también con elencos más pequeños. Corren malos tiempos y hemos decidido resistir, plantando cara al sistema de producción, porque no creemos en el que impera. Venimos tan solo con nuestros
cuerpos, el aval de amar y conocer nuestro trabajo, la convicción de tener cosas que contar en escena, y la necesidad de dar cuenta de hasta donde hemos llegado (o podríamos llegar), sin que las
condiciones de producción marcaran con el hierro de la precariedad nuestro impulso y vocación de teatro.
Nueve actores, y dos músicos en escena. Posiblemente, la primera precariedad no esté en nuestros recursos, sino grabada a fuego en nuestras cabezas. Deshagámonos de ella, a ver hasta dónde nos eleva quitar lastre.
Nuestra obra cuenta cinco pequeñas historias entrelazadas de acuerdo a las coincidencias de los cinco personajes protagonistas. Estamos en en Sevilla en el año 74, y nuestro ojo espectador/creador se posa sobre el universo de una compañía de teatro. Un joven llamado Rengel desea formar parte de ella, y empezaremos a ver lo que pasa en las antiguas tripas de esta empresa teatral mientras medra con la intención de triunfar como actor. Asistimos, por una parte, al proceso de descomposición de una compañía de teatro, de una forma de hacer teatro, de una concepción del teatro, que con la aparición de esta especie de caballo de Troya de Rengel empieza a resquebrajarse, propiciando, con esta desaparición, en este no sostenerse más, lo que serán los comienzos de un nuevo teatro, de una forma diferente de creación teatral que nacerá en Andalucía en la década siguiente, probablemente al hilo de una pulsión europea de cambio en todos los ámbitos, pero sobre todo en el político; y por otra, a lo que sucede en la sociedad fuera de la endogamia acendrada de la compañía, a través del personaje de Rosario, la mujer del propietario de la empresa teatral, cuya historia personal se acaba entrelazando con la de la compañía. Rosario forma parte de una de esas primeras asociaciones feministas de la época, las llamadas asociaciones de mujeres, lugares de reunión donde muchas mujeres, casi por casualidad encuentran una nueva forma de ver y decodificar el mundo.
INTÉRPRETES: Lola Botello, Nieve Castro, Fernando Jariego, Carmen León y Arturo Parrilla
MÚSICO EN ESCENA: Chano Robles
ILUMINACIÓN: Carmen Mori
SONIDO: Enrique Galera
VESTUARIO: Hisabelia
FOTOGRAFÍA: Felipe Rodriguez
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Angeles Roquero
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Natalia Jiménez Gallardo
COORDINACIÓN MUSICAL: Lola Botello
TEXTO Y DRAMATURGIA: José Luis de Blas Correa
DIRECCIÓN: Lola Botello, Natalia Jiménez Gallardo y José Luis de Blas
Tras cinco años en Londres, Doña Luisa Medina regresa a la finca andaluza donde nació, con
el motivo de su inminente subasta: La propiedad sale a la venta para hacer frente a las deudas.
Estamos a mediados de los años 80, en España. Un sistema político se apaga, y nuevas derivas inician sus primeros movimientos. La casa, como un barco que se hunde, hace de metáfora de este clima
de incertidumbre y acoge a diferentes personajes, cada cual intentando encontrar un lugar donde permanecer a salvo.
INTÉRPRETES: Lola Botello, José Luis Bustillo, Nieve Castro, Rocío Hoces, Juanfra Juárez, Carmen León, Joserra Leza, Paqui Montoya y Arturo Parrilla.
MÚSICOS EN ESCENA: Daniel Abad y Chiqui García.
ILUMINACIÓN: Carmen Mori
VESTUARIO: Gloria Trenado
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Natalia Jiménez Gallardo
COACH DE ACTORES: Eva Rodríguez
COORDINACIÓN MUSICAL: Lola Botello
TEXTO Y DRAMATURGIA: José Luis de Blas Correa
FOTOGRAFÍA: Margarita Morales
COMUNICACIÓN: Raúl Martínez